No sé si sabréis que una de mis mayores pasiones es viajar.

Aparece una nueva ilusión cuando escoges el lugar hacia donde vas a viajar.

El proceso desde que compras el billete de avión, tren, autobús…hasta que llegas a un destino es toda una aventura. A veces mi elección es simplemente al azar, miro el mapa; señalo con el dedo índice y digo aquí. Otras porque he visto o escuchado algo que me ha interesado de ese lugar.

Mis destinos favoritos suelen ser playas paradisíacas y lugares singulares, aunque tengo la fortuna de vivir muy cerca del mar, sé que cada playa es diferente. Unas te ofrecen una arena fina y blanca, con un fondo de mar turquesa; otras son más oscuras y aguas más bravas… pero todas tienen algo particular que las diferencia.

La gran mayoría de veces, de momento, viajo solo; algunas acompañado pero son muchas menos. El viajar solo, es por vivir plenamente la experiencia y estar abierto a nuevas aventuras sin involucrar a nadie en alguna de mis intrépidas salidas por algunos países o islas.

Posiblemente a diferencia de otras personas no me gusta programar ni organizarme casi nada los viajes, simplemente lo imprescindible o si voy a algún lugar que necesito alguna justificación o una entrada eso sí; lo programo con antelación, el resto lo dejo en el aire.

En mi opinión, el viajar, y esto se lo digo yo a mis alumnos; es abrir la mente a nuevos conocimientos y experiencias que van a aportar un crecimiento personal.

Si nunca se sale de la zona solamente tenemos una visión única de cómo es este mundo, se llega a ser muy vulnerable a las informaciones que nos transmiten o nos llegan de otras personas o medios.

Por mucho que la televisión, radio, Internet nos ofrezcan imágenes, lo más interesante es vivirlo y compartir las vivencias que has tenido con los demás.

Una de las mejores formas para enseñar algunos conocimientos y valores en la escuela, donde los alumnos prestan más atención; según me ha aportado mis años de docencia, es contar tu experiencia a través de imágenes o relatos relacionados con los contenidos que se están trabajando en clase.

Tengo muchas anécdotas sobre mis viajes, ya que me gusta interactuar y conocer la cultura de los lugares donde voy.

Una de las que mejor recuerdo, fue en el aeropuerto de Singapur y un grupo de personas poco “educadas” (no voy a nombrar nacionalidad pero la recuerdo perfectamente)  empezaron a mofarse de una familia india por su aspecto físico. Me molestó muchísimo porque es un aeropuerto en el que ves una cantidad de diversidad de gente y es un lugar de escala entre Europa y Asia.

Estas anécdotas se las cuento a mis alumnos para que conozcan el respeto a otras culturas y personas. Seguro que hay mucha gente que habrá vivido muchas más experiencias en sus viajes, incluso algunos les habrá cambiado la vida, pero yo lo que hago es transmitirlo a mis alumnos para que adquieran valores tan importantes como el respeto, y sean mejores personas cada día.

Siempre que regreso a casa doy gracias por lo afortunado que soy de poder tener un techo donde dormir y unos recursos para poder mantenerme.

Por otro lado, entiendo que hay gente que tiene otras prioridades; no tienen la oportunidad o no les gusta viajar. Simplemente realizando excursiones con tus hijos y transmitirles una curiosidad sobre esos lugares cercanos donde uno vive ya es una bonita experiencia para un niño.