Ya estamos en pleno verano, y con ello, tenemos a los más pequeños de la casa ociosos y con ganas de mucha actividad. Muchos padres deciden incorporarlos a escuelas de verano o campamentos, donde se divierten e interactúan de forma activa, dinámica y lúdica con otros niños en un entorno natural, ayudándoles a  tener una mayor independencia, conocerse mejor a sí mismos y relacionarse con otras personas.Estas escuelas están muy bien desde luego, pero el principal hándicap para muchos padres están en los costes y sacrificios que les suponen. Son lugares donde les dan de comer, hacen excursiones, duermen y se realizan juegos, pero todo esto requiere un sobrecoste en la economía familiar que muchas no pueden asumir, y menos en esta época de crisis.

niño aburrido

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 Por ello, el error más común que cometen los padres, es dejarlos en casa todo el día con algún familiar próximo de edad avanzada, donde su centro de actividades es muy limitado. De los juguetes se acaban aburriendo y de los juegos de mesa también. Esto deriva en un estado de nerviosismo latente difícil de controlar, en ocasiones, irritantes e impertinentes.El problema de esa actitud muchas veces no es del menor, lo único que está  reclamando es atención y estar distraído. Su propio cuerpo le exige movimiento y necesita  mantener la mente ocupada para reducir la sensación de aburrimiento.Muchos padres en mi humilde opinión cometen el error en acabar cediendo, comprando o dejándole jugar espacios largos de tiempo con la videoconsola, que en ocasiones, los juegos no son apropiados para la edad y ningún adulto lo controla llegando a producirles ansiedad, nerviosismo y dependencia. Los adultos piensan que, de esta forma, no les molestará y lo tendrá entretenido, pero para los niños o adolescentes puede producir una adicción.

niño jugando con su padre

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 La consecuencia a toda esta falta de atención sobre el menor y de tanta sobre exposición a videojuegos, puede acabar convirtiéndose en un adolescente con adicción al juego, introvertido, falta de empatía, despreocupado de la sociedad, en ocasiones violento porque su realidad, es la virtual…
Para evitar estas actitudes futuras debemos mostrarle atención a nuestro pequeño. Ofrecerle la posibilidad de participar en su mundo y reconvertirnos en el niño que fuimos. Tenemos que ser participes de su vida, buscar de donde sea tiempo para dedicarle, conocer su día a día, compartir y disfrutar de las cosas que les gusta para que nuestro hijo sienta que estamos cerca. Y nos preocupamos por él o ella.Considero oportuno enseñarles los juegos tradicionales que nos hacían disfrutar tanto, cuando éramos pequeños, y ofrecerles la oportunidad de crearlos juntos, como pintar las chapas, diseñar las porterías, campo donde vayamos a jugar, ayudar a la elegir la cuerda o la goma para saltar… ya que, de esta forma, compartimos un tiempo que nos entretendrá haciéndolo y nuestro hijo mostrará más interés en el juego queriendo incluso enseñárselo a sus amigos.