Los maestros cada vez más nos encontramos ante esta complicada situación dentro de las aulas. ¿Cuánto afecta a un menor asumir esa separación? La ruptura familiar trae bastantes cambios importantes en la vida de los pequeños y no tan pequeños. Si para un adulto es difícil adaptarse y tener la inquietud qué sucederá mañana en su vida, para un niño es el triple complicado. Vamos a ponernos en su situación. Imagina que tienes una edad comprendida entre 8 y 14, tus padres han llegado a la conclusión de que no pueden estar más juntos definitivamente, te lo comunican. Lo primero te hinchas a llorar de rabia, tristeza e impotencia, preguntándote por qué. En algunos casos proyectas tu ira contra uno de tus progenitores, en otras crees ser el culpable de la ruptura. Al día siguiente te sientes hundido, no has podido dormir, dándole vueltas a lo que pasará a partir de mañana. Tus padres te hacen tomar la decisión de con quién quieres vivir; si todo va bien, como se complique lo hace el juez. Debes asumir que hay que ir al colegio o instituto, tienes miedo que te vean llorando o triste, y pregunten qué te pasa. ¿Cómo te sientes entusiasmado por estudiar? ¿Vas a poder concentrarte en la escuela? A mí en particular me gusta saber la situación familiar de mis alumnos y preocuparme por cada uno de ellos. Lo esencial es la estabilidad emocional del niño si su entorno social no está bien lo académico falla proporcionalmente. Durante todos estos años de docencia he vivido casos muy complicados de disputas desagradables de padres, abandonos por parte de uno de los cónyuges de la casa familiar, manipulaciones por parte de padres donde la figura del niño se ha visto afectada convirtiéndose en un “juguete roto” y acabar en los juzgados por falta de entendimiento. He visto, escuchado, comprendido, emocionado y llorado con algunos casos, para mí ha sido muy duro, día tras día tener un alumno triste en el aula, entender que hay días que no quiere hacer nada. Muchos de estos alumnos su forma de llamar la atención es no estudiar, tener mal comportamiento, hacer tonterías, meterse en continuos problemas fuera de las aulas. Ya que siente que no existen para sus padres, provocan situaciones límite para decir “Estoy aquí”. Esta es la realidad de muchos adolescentes desgraciadamente. ¿Quién les entiende a estas personitas?
Tengo un especial y bonito recuerdo de un alumno que odiaba el colegio y conseguí que muchos días viniera a gusto. Lo entendí desde el momento que lo vi, tan solo necesitaba que alguien lo apoyará, escuchará, se preocupará cada día por él, lo recibiera en clase preguntándole cómo te va todo, le hablará con calma no a gritos como estaba acostumbrado. Acepté su forma de ser, asumí que habría días que no sacaría nada porque en su casa las peleas eran continuas. Me hizo crecer y aprender mucho como maestro; me hizo sentirme tan útil que le estaré agradecido de por vida.Hay personas que no deberían haber sido padres ni madres, su ego, su afán de poder, su inmadurez, el querer complacer a la pareja, una excusa para no divorciarse… es más fuerte que el amor que le procesa a su hijo o su pareja.
Es muy importante que cuando se divorcian los padres se coordinen y se impliquen en sus nuevas responsabilidades en la educación de sus hijos para que crezcan sanos emocionalmente. Conozco padres que aunque estén separados se desviven por sus hijos y consiguen que sus hijos no se desestabilicen.SMXLL
Desde mi humilde opinión para conseguir que el alumno le vaya bien. Debe haber un seguimiento por parte del tutor de dicho alumno y las familias. Hay que evitar discutir o pelearse delante de ellos porque sin darnos cuenta les transmitimos nuestro malestar y preocupación. En cuanto a la actitud del niño. La clave está en los padres y abuelos no debéis consentirles todo los caprichos que quieren. No poner límites, les puede aportar inestabilidad emocional porque cuando crezcan no sabrán asumir la frustración y tendrán muchos miedos; ya que están acostumbrados que otros les solucionen sus problemas sin que les requiera un esfuerzo. Los maestros estas cosas las percibimos por los comentarios que hace el alumno dentro del aula, su forma de expresarse y relacionarse con los compañeros, al afrontar un problema, etc.
Tener las mismas rutinas en las dos casas, tomar decisiones conjuntas en cuanto a tiempo de estudio y tiempo libre, es imprescindible. No con uno no hago nada y el otro progenitor se encarga de todo. La cuestión es siempre buscar un equilibrio emocional. Estar en contacto con tus hijos aunque no te toque en esa semana y poder hablar con ellos porque te quieren contar una cosa importante que les ha ocurrido en el cole, es positivo. El aporte en las tareas sencillas domésticas a partir de una edad por igual en las dos casas, es muy aconsejable, para que conozca sus responsabilidades como sacar la basura; poner la mesa; ordenar su habitación… También recomiendo realizar algún deporte o actividad lúdica conjunta donde los niños o adolescentes se vean involucrados y motivados, para no perder ese vínculo paterno filial o materno filial. Incluso tener un momento “hygge” por qué no.Cuida, quiere, confía, conversa…con tus hijos. Hazles sentir tu felicidad y ellos aprenderán a ser felices con vosotros.
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